El Chueco, apodo que heredó cuando jugaba al fútbol en Rivadavia de Balcarce, ganó por última vez en el TC en la Vuelta de Entre Ríos de 1948 que se disputó el 24 y 25 de abril. A bordo de su Chevrolet número 5 logró su sexta y última victoria en el Turismo Carretera.
El bicampeón 1940/’41 del TC, ya comenzaba por aquellos años a mostrar que su futuro estaría en el exterior. Dado que el mundo comenzaba a estabilizarse tras la Segunda Guerra Mundial y las competencias de automovilismo iban ganando espacio. Sin embargo, Fangio tendría su despedida triunfal del TC.
Las características de los caminos entrerrianos le ponían un condimento a la previa. Sabido era la presencia de la lluvia, y el barro pegajoso que se hacía por el tipo de suelo que se unía a las ruedas y las frenaban, hacía imposible el tránsito por allí.
Una muestra había sido la suspensión, por ejemplo, de la segunda etapa del Gran Premio de 1939. Sin embargo, si el piso estaba seco -como pasó-, la velocidad de las máquinas y la pericia de sus conductores, marcaban la diferencia. Y eso hizo Fangio.
“No creemos necesario hablar de Juan Manuel Fangio. Digamos más: se nos hace difícil. ¿Qué adjetivo no le hemos dedicado ya?”, resumió El Gráfico en la crónica de aquella prueba que el Chueco, junto con su acompañante Daniel Urrutia, se adjudicó de principio a fin.
Solo cedió la clasificación, la cual quedó en poder de Juan Gálvez (Ford). Luego hizo suyas las 2 etapas acumulando un tiempo de 12h29m03s para recorrer los 1.503 kilómetros, con un gran promedio de 120,329 km/h.
Sin saberlo, ese festejo en Paraná significaría el último de Fangio en el Turismo Carretera dado que a partir de 1949 dividiría su actividad entre las competencias en el TC y las que disputaba en Europa.
En el Viejo Continente empezaba a mostrar su capacidad al ganar 3 de las 10 pruebas que disputa en 1949, éxitos que lo comenzaban a alejar de la actividad local para catapultarlo al éxito que luego vendría en la Fórmula 1.
El Gran Premio de la República de 1949 –terminó segundo detrás de Juan Gálvez– sería su despedida del TC. Después sí, el mundo entero conocería de qué era capaz el Chueco de Balcarce. Al punto tal de convertirse en uno de los más grandes pilotos en la historia del automovilismo mundial.