viernes, 29 marzo, 2024

Soria reemplaza a Losardo en la búsqueda de lo imposible

La designación de Martín Soria como ministro de Justicia fue asumida en la Corte Suprema y en Comodoro Py como “una declaración de guerra” de Alberto Fernández contra el Poder Judicial.

Finalmente, cuando la interminable telenovela judicial corría el riesgo de exponer de forma ya inapelable su impotencia, el presidente se decidió.
Lo hizo sin ninguna carta en la manga, sin ninguna sorpresa, y a favor de quien desde el principio de esta crisis él creyó que podía garantizarle, al menor costo para su ya golpeada autonomía, honrar su compromiso con Cristina Kirchner: hacer hasta lo imposible por borrar del mapa todos los trámites judiciales que la señalan como la cabeza de una organización ilícita creada para robarse dineros públicos. Ahora, espera, nadie podrá decirle ya que no hizo sacrificios extremos a favor de la causa, de lo que según el kirchnerismo “la patria” en esta hora nos reclama, hacerle su lugar en la historia a la señora y su dinastía.

Es que a diferencia del caso de Alejandro Vanoli, a quien no había forma de salvarlo, del de Guillermo Nielsen, a quien nadie echó, sino que fue él quien se quiso ir, y de Ginés, que fue despedido por el presidente de motu proprio más que por presiones de Cristina, con Losardo esas presiones fueron manifiestas y decisivas: es la primera y también la más relevante de las piezas propias que Alberto podía sacrificar para probar su “lealtad” a la vice, y la despachó sin chistar. Así que es lógico ahora espere se lo reconozcan.

El nombramiento de Soria en reemplazo de Marcela Losardo fue leído en los Tribunales y ciertos despachos de la Casa Rosada como una decisión presidencial que termina de dinamitar todos los puentes institucionales que aún quedaban entre Balcarce 50 y el Poder Judicial.

El jueves pasado en la quinta de Olivos, durante un cónclave de tres horas, Alberto Fernández junto a Cristina Fernández de Kirchner definieron que Soria se haga cargo de la cartera de Justicia. El Presidente y la vicepresidente consideran que es necesario otra forma de relación con la Corte y Comodoro Py, y el actual diputado nacional sería un jugador ideal para ejecutar esa faena política.

Soria entiende cómo funciona el poder real en la arena pública y detrás del cortinado. No tuvo problemas en avanzar contra jueces clave en la Cámara de Casación, y sabe qué se puede pedir en los sótanos de la democracia. Su padre, Carlos Soria, fue jefe de los espías civiles durante la gestión de Eduardo Duhalde.

Y no hay ninguna duda en Balcarce 50 y en los tribunales que Soria fue nombrado para terminar con los expedientes que irritan a Cristina. El futuro ministro asumirá con muchísimo poder político y se ve así mismo como un cruzado destinado a hacer justicia.

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