Las calles del centro de Madrid, normalmente bulliciosas, estaban casi vacías este sábado porque los habitantes siguieron la recomendación de las autoridades de quedarse en casa.
Terrazas y bares cerrados, plazas y calles desiertas, tiendas clausuradas… al igual que otras ciudades europeas, Madrid era este sábado una capital fantasma debido a las medidas drásticas contra el avance vertiginoso del coronavirus.
“Nosotros que estamos acostumbrados a ver multitudes, ver así la Puerta del Sol nos resulta desolador”, dice pertrechado de mascarilla y guantes Paco Higueras, empleado de una cadena de alimentación en la calle Mayor, en pleno centro de la capital española.
Por orden del gobierno regional madrileño, desde este sábado y hasta el 26 de marzo, por lo menos, estarán cerrados todos los negocios no indispensables, lo que excluye alimentación, farmacias, kioskos, estancos y gasolineras.
El objetivo es contener la epidemia en la región más castigada de España, que ya sumaba 2.940 contagiados y 133 muertos, según las autoridades.
El resultado era impresionante en Madrid, una ciudad chispeante de actividad en tiempos normales y célebre por sus bares y terrazas atiborrados de gente tomando tapas y cañas.
En la Plaza Mayor y las calles adyacentes estaban cerradas todas las terrazas, y aparte de los vehículos de policía y algunos empleados municipales de limpieza sólo se veía deambular a algunos turistas. En los locales lucían carteles con explicaciones como “cerrado por responsabilidad social”.
Al mismo tiempo se multiplicaron los llamamientos a la solidaridad desde las autoridades regionales y la Cruz Roja, con numerosos carteles en las calles animando a la población a donar sangre para mantener las reservas en el nivel requerido.