Sahar Khodayari, de 30 años, era una apasionada del fútbol. Se disfrazó de hombre para acudir a un partido el año pasado. La policía la descubrió, le abrió un expediente y estaba pendiente de juicio. La semana pasada, al entender que iban a darle seis meses de cárcel, se inmoló frente al juzgado.
La Justicia iraní va a abrir una investigación a petición de la vicepresidenta Masumeh Ebtekar, según informan los medios iraníes.
Las imágenes en las que supuestamente se veía a Khodayari, la Chica Azul, completamente vendada, en la unidad de cuidados intensivos del hospital Motahari de Teherán se difundieron como la pólvora. Chica Azul era el apelativo con el que se la conocía por la camiseta que llevaba el día de su detención, la del Esteghlal, su equipo favorito. El club expresó sus condolencias.
El Poder Judicial desmintió a través de su página web que se hubiera dictado sentencia o celebrado el juicio.
Después de que Arabia Saudí abriera los estadios a las mujeres el año pasado, Irán es el único país del mundo que les prohíbe el acceso. Aunque no hay una ley al respecto, los dirigentes de la República Islámica asumen el argumento de los ultraconservadores de que hay que protegerlas de “la atmósfera masculina” y “la visión de hombres medio desnudos”. Algunos presidentes contemplaron acabar con el anacronismo en un intento por presentar una imagen más amable del régimen.